Todo era mucho más divertido cuando yo te recibía sin
camiseta y tú me empotrabas contra la pared, acariciando mi torso y besándome con
pasión. Todo era sencillo entonces, creía pertenecer a un sitio, tener gente
que me quisiera, gente a la que importarle, gente que se preocupaba por mí. ¿Tan
malo es no querer que la gente se preocupe por ti? Debo estar paranoico, pero
que alguien se preocupe por ti es el primer paso a poder hacerle daño.
Buscas una sonrisa cómplice en cualquier parte, una mirada de deseo, una muestra de que no
eres invisible. La ciudad te ofrece eso, miles de miradas de miles de caras que
probablemente no vuelvas a ver jamás… Un sentimiento de soledad, de desarraigo
se apropia de mi mente, cierro los ojos fuerte y me concentro en la música, abro
los ojos, la lluvia está empapándome… Una sonrisa se proyecta en mis labios,
algo se apodera de mi cuerpo y me obliga a quitarme el gorro negro que llevo
puesto, a dejar que la lluvia inunde mi cabeza y calme un poco mi cuerpo.
Nada importa, solo estas completamente mojado y frío bajo
una cortina de agua que se proyecta desde las alturas sobre la ciudad ajena a
todo. Y ahí estoy yo, insignificante, bloqueado, atrapado por la magia de la
vida. Y no queda nada, día tras día te levantas sin ninguna ilusión, sin
ninguna esperanza, no va a ser un buen
día, pasará sin pena ni gloria como tantos otros días, nada que recordar, nada
que olvidar.
Aun así intento levantarme día a día para intentar ser un
poco mejor persona, un poco mas soñador, un poco menos triste, un poco menos
imbécil. Hay días que al abrir los ojos espero encontrarme a alguien a mí lado,
nunca sucede.
Algún día podré
volver a soñar.
“Alquilo vuelos sobre abismos apaisados”
Esta canción le queda demasiado bien a Valencia mojada.
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