domingo, 10 de junio de 2012

Extraño.


Recordaba con una ligera nostalgia su habitación de niño, aquello era una especie de santuario del libro. Libros y más libros apilados sobre la mesa, dejados caer vagamente sobre las estanterías, pero él sabía dónde estaban todos y cada uno de ellos, eran casi su vida, había pasado demasiadas horas con sus personajes como para olvidarse de cualquiera de ellos. Aquella pequeña lamparita con la que gozaba de iluminar los folios noche tras noche, aventura tras aventura, aquel pequeño objeto que leía con él hasta que el sueño le vencía lentamente, y al alba aun iluminaba con la esperanza de un día cargado de emociones.

Alguna que otra noche leía muy atento a los pasos de su familia que le decían que tenía que dormir, pero él tenía otros planes, había quedado con sus páginas pendientes  y pensaba asistir al evento. Aquella habitación había sido testigo de todas sus proezas y también una grata compañera en los malos momentos, sus paredes escucharon tantos cuentos…

Pero sigamos con el presente, tuvo el impulso de volver a saltar sobre la cama, como solía hacer entonces, pero en vez de eso se dejo caer con otra persona a su lado, admirando la pequeñez del recién llegado al mundo.

Bueno, resumiendo que se me ha ido la pinza un poco y quería probar a escribir algo así.
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