lunes, 18 de marzo de 2013

Buenos días.


El café te mira con ojos rojos desde la mesilla exhalando un tenue humo, soltando un pequeño aroma característico. Aun soñando, realidad a medias, dos pasos tambaleantes hacia atrás. Los posters miran desde las paredes abogando a la cordura, apagas el despertador que pone carita triste al impedirle, como cada mañana, dar sus ya habituales buenos días en forma de graznidos, imprecisos pero sumamente parecidos. Así de repente los auriculares después de arrastrarse por el suelo emprenden la escalada, raudos agarrándose a las fibras, a la altura de la cintura efectúan un pequeño parón, casi agotados por el esfuerzo trepan por el interior de la camiseta y se adentran en los oídos.

Y casualmente play, se hizo la música, eriza la piel los pelos se levantan adormilados en son de danza, los pies medio fríos gritan por despertar unos calcetines que desde dentro del armario pasan la resaca eludiendo su tarea. El pijama se suicida frente a la ducha, y las gotas entre gritos ahogados bajan por la piel a modo de tobogán. La puerta dice adiós y el ascensor risueño se descuelga dando los buenos días
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Este obra de Quique Perigüell Cabanes está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.