jueves, 6 de junio de 2013

No me apetece ponerle título.

Agua fría, un bufido, sientes como cada centímetro de tú piel se enfría. Y resoplas, tratas de atrapar el aire, como cada día tratas de arañar los segundos dejando muescas en almas ajenas. Un puente, un escudo, un pequeño guiño de espíritu.

Imaginé esta ve un puente de cristal, frágil, y otra noche en vela, sincera. Imaginé lo que no sería y acertando imaginé tanto que ni recuerdo haber imaginado nada, divagas, pareces un completo estúpido. Y piensas en todo, en que pensará en que sentirá, y tratas de descifrar algo en su carita que te mira, y te besa, quieres que tiemble, se estremezca y disfrute. Esa pequeña obsesión por ser otro más que olvidar.

lunes, 3 de junio de 2013

...

Despierto, levemente desorientado, quietud, calma, reina el silencio en la habitación. No queda sueño, el desvelo hace mella en mí y lo desahogo escribiendo en este blog.

Me asaltan pequeños viejos recuerdos, caras, de todas ellas, risueñas, encantadoras, todas aquellas que en algún tiempo habrían sido mis musas y me entrego plácidamente de lleno a unos recuerdos, uno por cada. Ay, los primeros bellos contactos. Ahora veo las determinaciones de los primeros toques, la leve intensidad de despistadas caricias que intentaban llevar algo a buen puerto. Un rechazo que no lo fue, las risas de ambos sabemos que va a ocurrir, aunque yo no lo supiera, un leve toque en el abdomen, tanteando.

Al final recuerdo el patrón común, largas conversaciones nocturnas. Una lucha contra el sueño, un hoy no quiero dormir porque no pienso en el mañana, porque mi prioridad es el ahora. Y… ¿Sabéis?  Disfruté cada uno de esos instantes, aunque no fuera lo que debía hacer. Aunque no tuviera nada claro, tenía claro que quería esos instantes, que los quise guardar en mi memoria para hoy poder decir:


“Mereció la pena, pese a todo el dolor que pudiera haber después, fue único, no me arrepiento de nada.”

Eterno viajero.

Eterno viajero que vas dejando un poco de ti en cada mirada, en cada recoveco en el cual tienes la oportunidad de hacerlo. La estación estaba semivacía, él se sentaba en el suelo apoyado en una puerta cerrada, una puerta de estas que nunca se abren y miraba curioso la gente pasar. Tenía la sensación de acumular tantos kilómetros como el que más.


Y observa, solo observa una chica exhalado el humo del cigarrillo que acaba de liar, con una rosa en el bolsillo e imagina. Y recuerda, tan  solo recuerda aquellos tiempos que una vez fueron peores en los cuales esta estación significaba para él la salvación. Erróneo pensamiento este, y de repente así sin más su olor, ese olor que venía a convertirse en puro sexo, el mejor de su vida sin duda alguna, aquel olor…
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