martes, 22 de noviembre de 2011

La ventana sigue abierta, esa ventana por la cual salté.


Me transporto a las alturas, tu estas ahí tumbada en mi cama y yo escribo esto a tu lado mirándote, temiendo dormirme y que al despertar no sigas ahí. Y tú no estabas.

Papeles vuelan por los aires palabras que escribimos juntos metidos en la cama, me gustaba imaginar historias lejanas contigo, volar juntos. No sé en qué momento te alejaste de mí, tú te cansaste de volar y yo caí en picado. Ahora lanzo por los aires todas esas historias, en un momento de desesperación me arrodillo y doy un puñetazo al suelo, no esperaba esto. Me afligen los momentos en los cuales tu piel resbalaba sobre la mía y te me agarrabas fuerte. Me pongo de pie con ligera dificultad y recojo los folios mojados por mis lágrimas, enciendo un porro y me siento frente a la ventana a admirar la lluvia. Es increíble la belleza del gris de la ciudad bajo la lluvia, suena Fabián de fondo, miro las hojas a mi lado y voy cogiéndolas una por una y lanzándolas al vacio de la noche.

Me desperté en mi cama, solo de nuevo maldiciéndote entre dientes. El último recuerdo de mi noche fue ver a Albert, uno de mis compañeros de piso arrastrándome por el suelo hasta la cama, me propuse cogerla grande y la cogí, tanto que no recuerdo ni la mitad de la noche. En verdad no sé como Albert me aguanta.

Estaba algo confuso, estaba la ventana abierta, todo lo que había sobre mi mesa estaba completamente empapado, todos los textos. Los textos ya no importaban nada, estaban escritos para ti. La ventana estaba abierta, me puse de pie en la mesa y adelante los pasos, me siento sobre la cornisa mojada mientras la lluvia empieza a cesar, enciendo un cigarro y empiezo a pensar en las aves, siempre las malditas aves.

Volar… siempre pienso en volar me pongo de pie adelanto un paso al vacio, paro dubitativo y me pregunto ¿Qué pasaría si saltara? Si simplemente me dejara caer, y nada más, pum, adiós ya no queda nada de lo que era. Retraso el paso, vuelvo a dentro, cojo carrerilla y salto.

Salto en mi mente, en la realidad vuelvo a encender la cachimba y pienso, que le follen.

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