jueves, 24 de diciembre de 2015

II

La noche vieja que inhalé los silencios rotos en una habitación vacía de contenido humano, las noches sin dormir y los destellos azules. Un ni si ni no como patadas de perro jugando te remueven la cabeza, hasta la rendija entre la pared, a través del cristal de la ventana por el que se ve la luna.

Solo me he vuelto a ver mirándote y ya he vuelto a no saber dormir. Entrepensarte quema.

 Llevo el corazón agazapado en la garganta, para que cuando cante recordar que si me fuerzo podría salirse, es lo que tienen las borracheras de recuerdos, resacas de tristeza por la falta de intensidad. Las piezas adecuadas se me resbalan dejándome un mar de besos, sonrisas y mi mirada postrada sobre ti, que me recuerda quien me gusta ser.


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