martes, 19 de enero de 2016

Puedo volar.

A veces creo que puedo volar… Tras unos segundos de caída me detiene una cuerda y me salva la vida. Pero puedo volar, esos segundos de ausencia, segundos de alarma, de sensación de que te estamparás como un chicle contra el suelo, y nervios… Aun así puedo volar, aun así decido ponerme el arnés y mojarme otra vez las manos en magnesio, vuelvo a sentir pánico, dolor, estrés, vuelvo a apenas poder mantener el equilibrio y apretando los dientes intentar otro pasito que me de la vida, un canto que me apoye la existencia y me evite tener que emprender el vuelo, ese apoyo inexistente, pero ya sabes, no es que no esté ahí, es que lo has hecho mal. Y es que os tengo que confesar un secreto, me dan miedo las alturas.


 Y me frustra, me replanteo en términos concretos toda mi existencia varias veces, no puedes, no puedes, no puedes. Pero puedo volar y volver a intentarlo desde cero… Que tal vez hablaba de escalar.

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