domingo, 15 de febrero de 2015

Documento uno.

¿Y quién no soñaría con ser tu rock&roll? A oscuras en las calles de la ciudad, a correprisas por llegar a otro monte deshabitado, como los perros… No se puede ser más feliz que cuando nos compartíamos a besos en la oscuridad que solo puede proporcionar el bendito silencio de la compañía en soledad. Y tocar la guitarra para ti a las tantas de la madrugada, tan fuerte como me permita el alma, que intenta cuidar el momento para que tu y yo pudiéramos ser felices, envueltos en nuestro propio aire, lo conseguimos dejándonos sin él el uno al otro, lo conseguimos arañándonos el alma con las uñas de los ojos, ese aire que de repente… Se lo llevó el viento.


Espero aun recuerdes que me robaste la piel a cañonazos, en esa habitación de paredes por pulir, sin puerta… Con un cachorro lamiéndome el corazón mientras sentía que jamás llegaría tu cochecito azul para comerme a sueños y despertar tan temprano que ni tan solo viéramos el sol, que aun me sigue echando de menos al igual que yo mismo, que te me echo en falta. Dime que si bailamos mañana me pisarás los zapatos y muéreme en este baile.

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Este obra de Quique Perigüell Cabanes está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.