Recordaba con una ligera nostalgia su habitación de niño,
aquello era una especie de santuario del libro. Libros y más libros apilados
sobre la mesa, dejados caer vagamente sobre las estanterías, pero él sabía
dónde estaban todos y cada uno de ellos, eran casi su vida, había pasado
demasiadas horas con sus personajes como para olvidarse de cualquiera de ellos.
Aquella pequeña lamparita con la que gozaba de iluminar los folios noche tras
noche, aventura tras aventura, aquel pequeño objeto que leía con él hasta que
el sueño le vencía lentamente, y al alba aun iluminaba con la esperanza de un
día cargado de emociones.
Alguna que otra noche leía muy atento a los pasos de su
familia que le decían que tenía que dormir, pero él tenía otros planes, había
quedado con sus páginas pendientes y
pensaba asistir al evento. Aquella habitación había sido testigo de todas sus
proezas y también una grata compañera en los malos momentos, sus paredes
escucharon tantos cuentos…
Pero sigamos con el presente, tuvo el impulso de volver a
saltar sobre la cama, como solía hacer entonces, pero en vez de eso se dejo
caer con otra persona a su lado, admirando la pequeñez del recién llegado al
mundo.
Bueno, resumiendo que se me ha ido la pinza un poco y quería
probar a escribir algo así.
Pues te ha salido muy bien probar a escribir así.
ResponderEliminarPues muchas gracias, no estaba muy seguro de que tal estaba.
ResponderEliminarMucho. Te queda muy bien esta prosa
ResponderEliminarGracies guapa :)
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