Una canción, un bonita boca que proyecta una gran sonrisa
cantando, moviéndose al ritmo de la música, enloqueciendo un poco. Dejarse
llevar no es del todo bueno, sí, te dejas llevar, ¿y luego qué? Llegas a un
callejón sin salida, donde tienes que elegir a la fuerza, donde el invierno sacude
con fuerza y lo deja todo helado a su paso, destruyendo todas las flores,
haciendo caer los arboles y tiñendo de gris lo que era azul. Te pasas demasiado
tiempo pensando en el qué pasaría, pasará lo qué pase, ya se verá… Pero hay que
llevar un rumbo, un enfoque de la realidad, para sacar las instantáneas justo a
tiempo, cuando el azar deja caer un poco de felicidad en tu vida.
Un poco de jazz, una “Jump Session” en un bar pequeño o un
concierto en acústico, grandes momentos, la música te transporta a otro lugar
donde no existen los problemas, pequeños mordiscos al mundo, sonrisas robadas
con un par de acordes o un punteo, una gran frase que se deja caer de una
canción, inesperada, soñadora… Mas
cerveza y menos sueños, recuerdos, paranoias, alegrías, amigos, gente que pasa
desapercibida en tu vida. Remontar noche tras noche e intentar hacer frente al
destino, intentar no mirar al pasado.
Mirar el cielo desde la ventana y ver las nubes que se
marchan indiferentes a todo, arrastradas por el viento hacia otra tormenta
perfecta en mitad de la noche.
Aleshores, deixar-se portar ja no està tan bé?
ResponderEliminarBueno, ja vas veure que no.
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