El repiqueteo inunda mí cabeza, de nuevo en el juego de sombras tristes. Un baile de miradas sin rumbo, el constante arrastrar de un carro de mercancías me empieza a agobiar y aquellas calles bulliciosas... Son como monstruos, te ignoran si estas quieto, a la vista pero ausente, si trataras de gritar te liquidarían. He puesto un par de verjas a mi alrededor y me siento como en un zoo, para rematar la faena me he quedado sin mechero.
Creo que voy a correr a pedir fuego.
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