Eterno viajero que vas dejando un poco de ti en cada mirada,
en cada recoveco en el cual tienes la oportunidad de hacerlo. La estación
estaba semivacía, él se sentaba en el suelo apoyado en una puerta cerrada, una
puerta de estas que nunca se abren y miraba curioso la gente pasar. Tenía la
sensación de acumular tantos kilómetros como el que más.
Y observa, solo observa una chica exhalado el humo del
cigarrillo que acaba de liar, con una rosa en el bolsillo e imagina. Y
recuerda, tan solo recuerda aquellos tiempos
que una vez fueron peores en los cuales esta estación significaba para él la
salvación. Erróneo pensamiento este, y de repente así sin más su olor, ese olor
que venía a convertirse en puro sexo, el mejor de su vida sin duda alguna,
aquel olor…
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