Estoy asustado, mi cabeza es un bullicio, se desparraman las
ideas sin sentido alguno y se proyectan corazones en las paredes de mi alma,
todos ellos están rotos y al impactar desgarran con sus afilados cantos unos
sueños que ayer fueron reales.
¿Quién ha muerto hoy? No lo sé, demasiada gente para que sea
importante, dicen que la muerte de uno es una tragedia, la de miles una cifra,
totalmente cierto.
Hemos olvidado las caras, los sueños, las miradas, nos hemos
vuelto fríos cual reptil y no dejaremos de repetirnos que somos seres
racionales.
¿Racionales? Y una mierda, dioses que no existen, moral
inexistente.
Hoy tengo miedo del mundo, tengo miedo de hablarte y que no
me entiendas, que no me entienda ni yo a mi mismo.
Se me eriza la piel y te miro desde la lejanía, tan solo
eres el recuerdo de unas palabras amables, una idealización de ti misma. Quiero
saber que te mata, quiero tocar cada centímetro de tu piel, que seas mía por un
instante, echarte de menos si te vas.
Mi vida no merece ser escrita, aun así mis pensamientos
necesitan salir porque al fin y al cabo salen propulsados siempre convertidos
en tinta.
Quiero llevar mi púa. Necesito música. Te quiero aquí
conmigo. No es tiempo de silencio, para el silencio nos queda toda una
eternidad. Pero tengo miedo, del silencio, del rechazo, de darme cuenta de que
nada es como yo creía, aunque eso ya haya pasado, me gustaría hablarte, poder
trasmitirte toda la intensidad que siento. Que me entiendas y me mires con una
sonrisa, me digas que no pasa nada, que tú estás ahí, y a tomar por culo el
miedo, por la simple razón de que tú estás ahí, que no me va a doler.
¿Sabes a que juegan las nubes?
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